jueves, 9 de julio de 2009

POR UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD

2a TIMOTEO 4

Alguna vez seguramente hemos experimentado el resentimiento hacia otras personas, como amigos, familiares, compañeros, Dios, simplemente porque no han llenado una expectativa en particular o talvez pensamos que nos han fallado.

El apostol Pablo, como cualquier otro ser humano, también conoció qué era el resentimiento hacia sus hermanos, sin embargo el próposito de Dios para nosotros trasciende cualquier sentimiento humano y nos muestra grandes lecciones para poder llevar una vida cristiana, lo más apegada posible a como Cristo nos pide.

El resentimiento de Pablo comienza durante los años más productivos de su ministerio, allá por el libro de Hechos capítulo 13 verso 13:

Hechos 13:13 Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros llegaron a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió a Jerusalén.

Habla de un tal Juan, a quien le apodaban Marcos (Juan Marcos posible escritor del Evangelio según San Marcos) que a medio viaje misionero se apartó de ellos (por una razón no mencionada en el pasaje) vuelve a Jerusalén (donde se encontraban aún varios de los apóstoles), en este capítulo no menciona la reacción de Pablo, pero más adelante él y su "fórmula evangelística" Bernabé, vuelven a Jerusalén, y al querer emprender un nuevo viaje, Juan Marcos se vuelve punto de discusión entre ambos evangelistas:


Hechos 15:36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé:
--Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado la palabra del Señor, para ver cómo están.
Hechos 15:37 Bernabé quería que llevaran consigo a Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos,
Hechos 15:38 pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que se había apartado de ellos desde Panfilia y no había ido con ellos a la obra.
Hechos 15:39 Hubo tal desacuerdo entre ambos, que se separaron el uno del otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre,
Hechos 15:40 y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor,

En el libro de los Hechos, esto es lo último que sabemos acerca de Bernabé y su ministerio. Pero veamos cuán grande es la consecuencia de aquel resentimiento que Pablo tenía hacia Marcos, por no haberles acompañado a la obra, que al no confiar en él, termina habiendo una separación entre dos evangelistas que fundaron muchas iglesias en distintas ciudades, hombres grandes de la fe, también presos de las pasiones humanas como tu o como yo.

No sabemos que hubiera pasado si Pablo y Bernabé hubiesen continuado juntos en su ministerio, sin duda, pienso yo, que hubieran sido capaces de llevar la palabra a más personas, fundar más iglesias y hacer más discipulos. Sin embargo aquella bonita relación se perdió.

Reflexionemos un momento para pensar ¿qué cosas podemos perder nosotros si guardamos resentimiento en nuestro corazón? Pablo no solo perdió aquella relación amistosa con Bernabé, sino que esto lo llevó a cambios forzados en su ministerio. Es posible que con nuestras actitudes tales como el resentimiento podamos afectar en algún momento la obra del Señor, no es que la vayamos a detener, pero de cuanta bendición nos perdemos por ser tardos en perdón y prolongar los malos sentimientos en nuestro corazón.

Algunos años más tarde, Pablo, prisionero por la causa de Jesucristo, desamparado por algunos de sus amigos, pero más importante que eso aún, maduro espiritualmente, reconoce que Cristo nos ha brindado a toda la humanidad una "segunda oportunidad" y que los errores de los humanos no son suficientes como para dejar de amarlos. El apostol escribe a su discipulo Timoteo que le envíe a Marcos porque le es de utilidad, no importando que lo haya dejado abandonado en otro tiempo, Pablo comprendía ahora que las cosas viejas habían pasado y que todas eran hechas nuevas:


2Ti 4:10 porque Demas me ha desamparado, amando este mundo, y se ha ido a Tesalónica. Crescente fue a Galacia, y Tito a Dalmacia.
2Ti 4:11 Solo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio.

Pablo sabía que estaba próximo a ser asesinado y seguro lamentaba no haberle dado antes otra oportunidad a Marcos, sin embargo sabe que está a tiempo de arreglar esa situación. A veces nos preocupamos más por el "hubiera" en lugar de el "haré" y nos lamentamos por situaciones que no podemos enmendar pero si tenemos presente que Cristo no nos guarda resentimiento y nos da una segunda oportunidad, somos capaces de reflejarlo y dar a todos una segunda oportunidad.
Dios les bendiga.
René Hernández

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