martes, 11 de agosto de 2009

ENTRENANDO EN EL EJERCITO DEL SEÑOR (PARTE III)

1° Reyes 17:8-24


APRENDIENDO LA MISERICORDIA


Un enorme problema que enfrenta hoy en día el cristianismo es la falta de misericordia de los cristianos hacia los no cristianos, e incluso entre cristianos, cada vez es más díficil lograr infundir esto en las congregaciones, sin embargo habiendo sido salvados por misericordia lo menos que podríamos hacer es tratar de imitar esa misericordia que hemos recibido.


Elías debía afrontar una nueva etapa en su entrenamiento como soldado del Señor, de la misma manera que nosotros debemos afrontarla si queremos llegar a ser los siervos de Dios que Él nos pide que seamos.


Repasando la vida de Elías hasta lo que hemos estudiado, vimos que Elías era un hombre valiente y ahora dependiente por completo de Dios, Elías no temía perder su vida por causa del Señor y sabía que en sus momentos de prueba el Señor lo sostiene, pero ¿era el capaz de reflejar esto a otros, o Elías se quedaba con tan grande bendición para sí mismo?


Dios quizo mostrarle al profeta que no bastaba con ser muy espiritual para vivir como un siervo de Dios, es necesario dejar ser tomado por Dios para Sus propósitos, es por esto que el Señor envía a Elías a una misión no revelada, una misión en la que él debía descubrir el propósito de Dios para su propia vida y al mismo tiempo su crecimiento espiritual, Elías debía conocer la misericordia.


8 Luego llegó a Elías una palabra de Jehová, que decía:
9 «Levántate, vete a Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a una mujer viuda que te sustente».


Con el arroyo secándose por la sequía, la provisión de Dios no terminaba, y Elías lo sabía por lo cual no tuvo reparo en viajar a Sarepta de Sidón, que por cierto era una región fuera de los dominios del rey Acab y formaba parte de la región de donde provenía la malvada reina Jezabel.


Vale notar que Dios le dice a Elías que Él ha dado la orden a una mujer viuda de sustentar al profeta, sin embargo cuando Elías llega a la puerta de la ciudad y la conoce, le pide agua y luego alimento, ella aunque no le dice explícitamente que no, pone excusa a Elías explicándole su situación (v 12)


12 Ella respondió:
--¡Vive Jehová, tu Dios, que no tengo pan cocido!; solamente tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en una vasija. Ahora recogía dos leños para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo. Lo comeremos y luego moriremos.


No es que el Señor no le dio la orden en realidad, puede ser que lo hizo y la viuda pudo pensar que si, pues no veia la implicación inmediata, es decir pudo simplemente no creerlo, muchos a veces el Señor nos manda a hacer algo en Su obra y pensamos y decimos si, pero al momento de actuar, hacemos como la viuda y damos excusas "es que estoy en mala situación y no puedo". Pero no era la única razón, notemos la respuesta de la viuda en su juramento "Vive Jehová tu Dios...". La viuda en realidad no tenía fe en el Dios de Elías, le conocía sabía de Su poder, pero no era su Dios.


Pero el Señor usa a Elías para que sea testimonio en esta mujer y por Su palabra a través del profeta le revela Sus promesas a la viuda:


13 Elías le dijo:
--No tengas temor: ve y haz como has dicho; pero hazme con ello primero una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela. Después la harás para ti y para tu hijo.
14 Porque Jehová, Dios de Israel, ha dicho así: "La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra".


Entonces la viuda da un paso de fe, cree en Su palabra, y reconoce en Elías un hombre de Dios y al ver el cumplimiento de la promesa su fe fue creciendo y como toda fe, fue puesta a prueba:


17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo de la dueña de la casa. La enfermedad fue tan grave que se quedó sin aliento.


Cuando todo parece ir bien, la fe de esta mujer pasa por el fuego, similar a la prueba de Elías en el arroyo de Querit, la viuda tenía dos opciones tal como vimos en la parte II de esta serie, o se quejaba de Dios o se aferraba de Dios, quien llevó la reacción fue el profeta:


18 Entonces dijo ella a Elías:
--¿Qué tengo que ver yo contigo, varón de Dios? ¿Has venido aquí a recordarme mis pecados y a hacer morir a mi hijo?


Entonces Elías conoció el dolor que aquella viuda, que perdía lo último de familia que le quedaba, sintió en su corazón, ese dolor que sólo Dios puede consolar, aquel reclamo lleno de dolor y tristeza de la viuda hizo que el profeta valiente y de mucha fe, conociera en su corazón la misericordia. Elías no comprendía tampoco lo que pasaba, o el propósito que Dios tenía en la muerte de aquel muchacho y el llanto de la viuda, pero si sabía que sólo Dios podía dar respuesta, porque había aprendido a depender de Él y convirtió aquella compasión en misericordia dando a la viuda lo que el podía dar, su interseción, su oración y su fe en que su hijo podía ser restaurado:


19 --Dame acá tu hijo --le dijo él.
Lo tomó entonces Elías de su regazo, lo llevó al aposento donde él vivía y lo puso sobre su cama.
20 Luego clamó a Jehová diciendo: «Jehová, Dios mío, ¿también a la viuda en cuya casa estoy hospedado vas a afligir, haciendo morir su hijo?»
21 Se tendió sobre el niño
tres veces y clamó a Jehová: «Jehová, Dios mío, te ruego que hagas volver el alma a este niño».


Dios escuchó la oración de Elías y vio como el profeta había conocido la misericordia y la compasión hacia aquella viuda, y respondió la oración de Elías:


22 Jehová oyó la voz de Elías, el alma volvió al niño y este revivió.
23 Tomó luego Elías al niño, lo trajo del aposento a la casa, lo entregó a su madre y le dijo:
--Mira, tu hijo vive.


Fue entonces que la fe de aquella mujer dio un paso más hacia adelante y reconoció que Elías era verdaderamente testimonio de la palabra de Dios:


24 Entonces la mujer dijo a Elías:
--Ahora reconozco que tú eres un varón de Dios y que la palabra de Jehová es verdad en tu boca.


Cuando Elías salió de Querit hacia Sarepta pensó que solo iba siguiendo la provisión de Dios, no sabía que Dios le tenía preparada una lección de misericordia, que tendría que ser testimonio para fortalecer la fe de una viuda resignada a morir de hambre con su hijo. Pero esa es la forma en que Dios actúa en nuestras vidas salimos y pasamos por muchos lugares si saber lo que Dios nos ha preparado a hacer.


Elías reconoció esto hasta que pudo ver con ojos de misericordia, mientras nosotros nos preocupemos por ser muy espiritual para nuestro propio crecimiento, sin pensar en quienes no conocen a Cristo, sin amarles y compartir con ellos la palabra, nos va a parecer que muchas cosas que nos pasan no tienen sentido, cuando están en nuestro camino porque Dios nos las ha puesto ahi, para que estemos dispuestos a actuar conforme a la misericordia que hemos recibido.


No tenemos nuestros trabajos solo porque Dios nos quiere bendecir, no estudiamos solo porque Dios quiere que nos preparemos, no vivimos en nuestros hogares solo porque Dios nos quiere dar un techo, NO, Elias no fue a Sarepta solo porque Dios quería que comiera, fue porque Dios quería que mostrara la misericordia que había recibido con aquella viuda, así también quiere que nosotros mostremos misericordia con nuestros compañeros de trabajo, de estudios, vecinos y amigos que no conocen a Cristo, aprendemos a depender de Su misericordia para luego mostrarle a los demás esa misericordia.


Oremos juntos por cada uno de esos compañeros de trabajo, de universidad, colegio, amigos, vecinos, etc. que no conocen a Cristo y que sea Él quien nos ayude a mostrarles las maravillas que el Espíritu Santo obra en nosotros.


Dios les bendiga.

René Hernández.

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