jueves, 2 de julio de 2009

CUIDADO CON ARRUINAR LO QUE NO ES NUESTRO

SALMOS 24:1
Muchos concordarán conmigo en que no hay situación tan penosa como devolver algo que nos han prestado, arruinado por nosotros, más aún cuando aquello que estropeamos no puede ser reemplazado, no tanto por su valor monetario sino por el valor agregado que estas cosas tienen para quien nos las confió, a veces valor sentimental, recuerdos especiales, etc. Por ejemplo un bolígrafo es algo que fácilmente podemos reponer, no así un anillo de compromiso de una novia, un anillo de bodas, ya que si bien podemos en algunos casos pagar uno nuevo, para esa novia no tendrá el mismo valor que el que nos confió, por todos aquellos sentimientos y recuerdos ligados a él.


Así mismo, el Señor nos ha confiado algo que es de Él y lo hemos estropeado al punto que Él lo sabe y nos hace saber que esto terminará siendo destruido por culpa de nuestro propio pecado. En efecto me refiero a algo que algunos, cristianos o no cristianos valoran y de igual manera otros, cristianos y no cristianos, no le dan la importancia suficiente, si adivinaron, estoy hablando de la tierra misma, esa de donde brotan plantas y donde habitan hermosos animalitos.


La tierra no es un regalo del Señor al hombre, la salvación lo es, pero el Señor no creo al humano como dueño de la tierra, lo puso en ella para ENSEÑOREARSE de ella:


Génesis 1:28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.


¿Que quiere decir eso? Para que lo comprendamos mejor, veámoslo con una 'burda' ilustración, es como un banco, existe una junta directiva donde hay un presidente, pero este presidente no pasa el día con los empleados, para eso pone a un gerente, para que este se encargue de lo que tenga que ver con los empleados y negocios. Esto claro hablando de un presidente humano, pero si hablamos de un presidente Omnipotente, Omnipresente y Omnisiente, es una concesión de privilegio.


No somos dueños de la tierra:


Salmo 24:1 De Jehová es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan



Eso sin duda nos incluye a nosotros como propiedad del Señor. Sin embargo muchos tomamos el planeta como si fuera intrascendente el hecho que Dios lo creó para que viviéramos en armonía en él. Existen muchas organizaciones cristianas y no cristianas que trabajan por el planeta, pero ¿Cuál es la postura que un cristiano debe tener ante el problema del medio ambiente?


Pues si me refiero a la Palabra de Dios, donde encontramos todas las respuestas que necesitamos y encuentro que en el Salmo 24 la propiedad (intelectual y material) de la tierra le pertenece a Dios y me doy cuenta en Gen. 1:28 que el ser humano tiene por deber ser administrador de la tierra, pienso: ¿Qué administrador bueno toma los bienes que le dan y los destruye para satisfacerse?


Dudo que yo quiera tomar ese tipo de administración en lo que el Señor me ha confiado con amor, la creación fue condenado con el pecado cuando el ser humano pecó en el huerto del Edén, veamos que pasó después de aquel acontecimiento con Adán y Eva:
Génesis 3:21 Y Jehová Dios hizo para el hombre y su mujer túnicas de pieles, y los vistió.
Las pieles de las túnicas tuvieron que venir de animales que con su sacrificio 'cubrirían' el pecado del ser humano. La naturaleza por completo fue corrompida en aquel día:
Génesis 3:17 Y al hombre dijo: --Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer y comiste del árbol de que te mandé diciendo: "No comerás de él", maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida
Sin embargo Dios no le quitó al hombre el privilegio de enseñorearse de la tierra:
Génesis 3:23 Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrara la tierra de la que fue tomado.
En Apocalipsis 21 Juan describe cielo nuevo y tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra habían pasado. El Señor sabe que el pecado del hombre maldijo la tierra por lo que deberá pasar para tener una tierra nueva, incorruptible. Sin embargo esta profecía no es una puerta abierta para destruir a placer la tierra y matar animales porque su piel es cara en el mercado. Aún guardamos la responsabilidad de administrar la tierra y cuando presentemos cuenta al Señor de todo lo que nos ha dado, que el espacio que ocupamos en Su planeta, haya sido un espacio administrado para Su gloria y Su honra.
El Señor nos muestra parte de su inmensa grandeza en Su maravillosa creación, así que para glorificarle conservémosla, reciclemos para no crear tanta basura, cuidemos los animales y aprendamos de ellos, ya que no dudan de su creador ni se rebelan contra Él, antes se someten a Su voluntad siendo señoreados por el ser humano. Así que demos gloria a Dios y cuidemos Su planeta.
Dios les bendiga.
René Hernández

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